Para conservar el hábitat del oso de anteojos, ganaderos de una Zona de Reserva Campesina están unidos.
Se preservarán 12 mil hectáreas de bosque andino en zona rural de San Vicente del Caguán.
Unas 50 familias ganaderas de la Zona de Reserva Campesina (ZRC) de la Cuenca del Pato- Balsillas del municipio de San Vicente del Caguán, Caquetá, se comprometieron a conservar el corredor biológico del oso andino u oso de anteojos (Tremarctos ornatus), considerado el jardinero del bosque.
Este mamífero es una especie endémica de los Andes tropicales, asociada a las zonas de bosques andinos, bosques de niebla y páramos, y juega un papel importante en la dispersión de semillas y en procesos sucesionales de la vegetación. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo clasifica en la categoría vulnerable debido a la pérdida y fragmentación de su hábitat, y la caza.
Los pobladores, conscientes del incremento de los avistamientos que pueden desencadenar la cacería de esta especie, y con un claro compromiso de garantizar su preservación, han unido esfuerzos para mitigar posibles conflictos, asegurar la convivencia pacífica con el oso andino y conservar su hábitat.
Es así como la Cooperativa de Beneficiarios de Reforma Agraria Zona Balsillas (COOPABI), con el apoyo del programa Amazonia Mía de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), están contribuyendo a frenar la expansión de la frontera agropecuaria y conservar 12 mil hectáreas de bosque andino.
Esta iniciativa incluye la firma de acuerdos voluntarios de conservación, el monitoreo comunitario y la siembra de especies nativas para garantizar la conectividad entre las veredas Balsillas, Libertadores, Pueblitos y Toscana del municipio de San Vicente del Caguán (Caquetá), con el Parque Nacional Cordillera de Los Picachos y los parques regionales Miraflores Picachos y Siberia- Ceibas.
“Se están determinando cuáles son las áreas que vamos a aplicar de conservación del bosque nativo para que se respete las zonas o los hábitats de este oso, de tal forma que pueda circular sin ningún problema; además, se crearon planificaciones prediales, y dentro de ellas, se les explicó a las comunidades, por dónde tiene que circular el oso, cuál es su comportamiento y cómo es su biología, para que conozcan cómo se alimenta”, explicó Alfonso Tovar Moreno, coordinador del proyecto.
De acuerdo con testimonios de los campesinos de la región, el año anterior, entre junio y agosto, época en la que aflora el árbol de Roble, cuyas semillas hacen parte de la dieta de esta especie, se registraron 20 avistamientos; esto ha motivado a la comunidad a la siembra de 25 mil plántulas de Cedro Negro, Cedro Rosado, Pino, Arboloco, Nacedero, Siete Cueros, Yarumo, Arrayan, Alcaparros, Lacre, Granizo, Guamo, Guayabo y el mismo Roble, que además de servir de alimento del oso, embellece el paisaje.
Así mismo, se ha impulsado la conformación del Club Huellas del Oso, un espacio de investigación y de monitoreo comunitario participativo, integrado por estudiantes de la institución educativa rural Guillermo Ríos Mejía y jóvenes de la zona, quienes instalaron seis cámaras trampas y cuatro parcelas permanentes de monitoreo, para conocer por dónde se mueve el oso, implementar medidas de protección y estudiar la diversidad de flora para conservar su hábitat.
Manuel Andrés Bojacá Garzón, técnico del proyecto, manifestó que “uno de los objetivos principales de formar jóvenes en la región, es garantizar el relevo generacional de este tipo de proyectos e iniciativas, para que nuestros jóvenes le den sostenibilidad en el tiempo a los mismos y refuercen su amor por la naturaleza y el territorio donde viven”.
A la fecha se ha logrado la firma de 50 acuerdos de conservación a nivel predial y dos a nivel veredal para aportar a la preservación de las zonas de vida de esta y otras especies que habitan el corredor de transición Andino-amazónico, contribuir al establecimiento de procesos de rehabilitación de áreas degradadas por la ganadería u otras actividades agrícolas y mejorar los medios de vida de las comunidades locales.
Es de destacar, que la Asociación Municipal de Colonos del Pato (AMCOP), en conjunto con 34 familias participantes y 6 instituciones, también está aportando significativamente a la conservación del bosque andino, el hábitat del oso y múltiples especies de fauna de la zona, acciones que contribuyen a la sostenibilidad ambiental en la ZRC Pato Balsillas.
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